Practicando desde pequeña con la cámara de su padre, Malena Díaz descubrió que quería ser fotógrafa. Pasión que en su trabajo enfoca constantemente al maíz, pues dice: “lo trae en su ADN”.
La artista con más de dos décadas en el fotoperiodismo y foto de arte, platica que siempre ha sentido una conexión íntima con el maíz y su origen.
“En los temas del maíz estoy enfocada desde que estoy en la panza porque mi mamá, que era de Zacatlán, Tlaxcala, comía maíz en tlacoyos, en gorditas y tacos… Pero fue cuando me mudé a Huamantla, Tlaxcala, que visité un tianguis en el que vi una trenza hecha con maíces de colores, cosa que no sabía que existía porque nunca había visto la variedad de maíces del estado. Entonces pregunté a los productores si podía ir a sus casas. Después de varias visitas me enamoré del maíz criollo y sus variedades”, narra Malena, quien actualmente tiene la exposición permanente “Oda al Maíz” en la galería de la Hacienda de Santa Bárbara, en Huamantla, Tlaxcala.
Su arte, fuertemente influenciado por su mentor el reconocido fotógrafo mexicano Pedro Valtierra, busca transmitir la importancia de la conservación del maíz, así como hacer visibles a sus productores y promover el comercio justo.
“La idea es que la gente conozca al maíz y a sus productores a través de mi trabajo, no solamente para atraer clientes a sus puestos, sino para que se valore su labor en el campo y se pague un precio adecuado por él”.
Cuenta que al principio la intención no era usar al maíz como objeto central de su obra, pero con el tiempo se dio cuenta del gran interés que despertaba entre la gente.
“Al ver las fotografías me hacían preguntas y yo los canalizaba con los campesinos”, menciona. Así comenzó a desarrollar vínculos especiales, como con Simón Angoa, Ana García y su familia, campesinos de Ixtenco, Tlaxcala dedicados a la conservación del maíz.
“A raíz de que empecé a convivir con la familia de Simón y Ana y otros campesinos, me di cuenta de que tenemos una riqueza cultural alimentaria muy importante. De ellos aprendí que la pérdida de una semilla significa lo mismo que perder una lengua; cuando se pierde el último hablante o la última semilla se pierde memoria genética, memoria ancestral.
“Ellos son muy amables y abren las puertas de sus casas para que yo haga fotografías. Por ejemplo, en diciembre cuando es temporada de pizca, el paisaje contrasta muy bien con los amaneceres y atardeceres, entonces me gusta mucho ir. Yo le llamo a este lapso ‘época de oro’ del maíz porque todo brilla en la milpa.
“Me encanta ir con ellos pues me explican cómo hay que pizcar, cómo usar el pizcador, cómo recoger las calabazas, cómo es el sonido que hace la milpa seca y cómo acomodar las mazorcas en canastas. Al final de mis visitas viene el premio: un almuerzo delicioso conformado por tortillas, frijoles y salsas cocidas con el calor de los olotes”.
Por todas estas razones Malena decidió hacer una analogía de su ADN y el del maíz. Trabajo seleccionado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para estudiarlo.
“Una sección de mi obra compara mi composición biológica con la del maíz de colores, y otra contiene fotografías de la familia de Simón y una instalación hecha con teocintle.
“Con todo esto trato de compartir mi visión del mundo en contacto con el maíz. Dentro de la galería se encuentra mi propia cosecha artística, y afuera los campesinos venden maíz al público en general.
“Si mis fotos sirven para que la gente aprenda a valorar el trabajo de los campesinos, entonces tienen un gran valor, porque no se queda solamente en un adorno, sino que lleva consigo un mensaje para evitar la pérdida del ADN mexicano”, reflexiona finalmente sobre su exposición.
Visita esta exposición en la galería de la Hacienda de Santa Bárbara, en Huamantla Tlaxcala. Para seguir el trabajo de Malena Díaz puedes acceder a sus redes sociales FB: Malena Díaz e IG: @malenad_d_l.
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