Andrés Lhima relata que le gusta lo referente a la identidad mexicana. Este diseñador de 36 años de la Ciudad de México, que anteriormente había trabajado con temas de la cultura popular como la lucha libre, o la gastronomía al haber elaborado platos basados en los tlacoyos, decidió continuar y ahora inspirarse en uno de los ingredientes más imprescindibles de nuestra cultura: el maíz.
“El diseño industrial da libertad para experimentar y permite crear para realizar un impacto y una respuesta a una necesidad. Mi primera necesidad es hacer algo que me gusta y que le guste a los demás. Fui teniendo un gusto hacia la identidad mexicana y sacar de contexto elementos de la cultura popular”, comparte el diseñador industrial que ha tenido exhibiciones en el Museo de Arte Moderno de Nueva York o el Museo Universitario de Arte Contemporáneo.
Andrés cuenta que comenzó a ver los elementos que están alrededor de la gastronomía mexicana y quiso jugar con ellos, desarrollando piezas inspiradas en la gelatina o los ya mencionados tlacoyitos. De ahí partió para seguir investigando, pues para el trabajo de los tlacoyos se documentó acerca de su historia.
“El tema de la gastronomía se fue profundizando gracias a lo que andaba haciendo y por mi entorno cercano. Fue así como llegué al maíz y a leer más acerca del nativo o criollo y la importancia que tiene el conservar este maíz de calidad en lugar de algo híbrido o transgénico, en especial cuando en nuestra cultura muchos de los alimentos giran alrededor de él. Al ver al maíz como parte de nosotros fue que comenzó este juego”.
El diseñador industrial menciona que en su pieza, que es un florero, se puede ver una especie de dualidad entre vida y muerte, pues por un lado están los granos de maíz que pueden simbolizar el maíz nativo y del otro están unas calaveritas que vendrían siendo el maíz transgénico. También habla acerca de una alegoría al tzompantli, un altar que era realizado por las culturas mesoamericanas en el que se exhibían cráneos de los sacrificios y servía para honrar a los dioses y celebrar la vida.
“Cristina Barros, investigadora y experta en el campo del maíz, cuando vio la pieza me dijo lo de la lucha del maíz criollo y el transgénico. Y también me dijo acerca de cómo se empalma la cosecha del maíz con el Día de Muertos, por lo que me di cuenta de que hay mucha relación con los temas de vida, muerte y florecimiento, pues al final uno debe ponerle flores a la pieza”.
Para Andrés, esta pieza es un homenaje a un elemento importante en nuestra mexicanidad y disfruta ver los muchos significados que se le pueden dar. El florero es parte de serie en la que hay un jarrito y un destapador en forma de calavera. Para su elaboración contó con Ricardo y Rubén Flores para la cerámica y Raúl Reyes como su mano derecha.
“El enfoque en el maíz surge como inquietud, algo que pasa a mi alrededor y que es importante trabajar, luego hay diferentes lecturas y se hacen discursos interesantes basados en sus contextos”.
El florero se encuentra a la venta en el Museo Nacional de Antropología y Galería Mexicana de Diseño. El jarrito también está en el Museo Nacional de Antropología y la Design Week, en la casa Ruíz Barragán y en el Museo Franz Mayer, en CDMX.
Puedes ver su trabajo en su página web: andreslhima.com/sale_products
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