Por ser el glifosato el herbicida más empleado en el mundo, el humano está en constante exposición a este compuesto químico, y México tiene verdaderos focos rojos al respecto, menciona el “Expediente Científico sobre el Glifosato y los Cultivos Genéticamente Modificados (GM)”, publicado recientemente por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Este herbicida fue introducido al mercado en 1974 por la empresa Monsanto Co., y desde 1996 se ha incrementado su utilización en zonas productoras, principalmente de maíz, algodón, trigo y soya.
Jalisco, Campeche, Chiapas y Yucatán aparecen entre los estados donde jóvenes y adultos de diversas comunidades cercanas a zonas agrícolas han presentado residuos de glifosato en fluidos como orina y sangre.
Uno de los ejemplos expuestos en el documento de esta dependencia es el del poblado de El Mentidero, en Autlán, Jalisco, donde se analizó la orina de 93 niñas y niños de preescolar y primaria y 53 de secundaria. Donde lamentablemente, 100 por ciento tuvieron rastros de herbicidas en su orina, y la sustancia más recurrente y peligrosa encontrada fue glifosato.
El aumento del uso de este herbicida en cultivos nacionales como es el caso de los maíces híbridos e incluso en maíces criollos o nativos, es alarmante para el medio ambiente, la salud y la soberanía alimentaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado al glifosato como probable cancerígeno humano. A pesar de esto, más de 20 países lo producen y venden para su uso en cultivos tradicionales y transgénicos de naciones como Estados Unidos, país en el cual 90 por ciento de sus campos de maíz, soya y algodón son genéticamente modificados y tolerantes a este herbicida.
“Si bien nuestro país es autosuficiente en maíz blanco (híbridos y nativos), así como en los de otros colores (variedades nativas) destinados principalmente al consumo humano y autoconsumo. Se importan altos volúmenes de maíz amarillo transgénico, primordialmente para alimentar animales, para su transformación en la industria almidonera y en menor medida, para consumo humano”, explica Conacyt.
Es importante señalar que en México desde 2013 la siembra de transgénicos está suspendida, pero a nivel internacional el expediente enuncia que los cultivos GM ha aumentado 113 veces en volumen a partir del año 1996.
“Se ha demostrado que hay una correlación entre el incremento de más de 20 enfermedades (oncológicas, endócrinas, metabólicas y neurodegenerativas, trastornos sistémicos) y el incremento del uso agrícola del glifosato y del área plantada con soya y maíz transgénicos en Estados Unidos”, se lee como ejemplo.
“En otros países se ha detectado glifosato en el agua potable, vinos y cervezas, e incluso en productos de higiene personal (gasas, vendas, compresas, hisopos) elaborados con algodón GM tolerante al glifosato”, continúa.
Otro estudio de 2017 mencionado por la Conacyt, expone la presencia de ambas problemáticas en varios alimentos hechos a base de maíz (tortillas, cereales, harinas, etc), pues detectaron transgénicos en 82 por ciento de las muestras analizadas; mientras que el 30 por ciento contenían residuos de glifosato.
“Los maíces transgénicos tienen un bajo contenido de proteínas, fibras y antioxidantes. Y su cultivo no ofrece ninguna ventaja para los campesinos y los pueblos originarios del país”, remata el texto.
Existen numerosas instituciones, organizaciones y personas que se encuentran trabajando con el propósito de encontrar alternativas al uso del glifosato y transitar a una agricultura más limpia y que garantice la salud de los consumidores.
Se parte de las soluciones aprendiendo y conociendo más acerca del glifosato y sus efectos adversos accediendo al documento presentado por CONACYT
DATOS DEL GLIFOSATO
-Es el herbicida más usado en la historia de la agricultura.
-Se ha evidenciado que no incrementa los rendimientos agrícolas.
-Es un contaminante persistente, especialmente para el agua, la tierra y la salud.
Mil 500 por ciento aumentó su uso en México desde 1996.
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