El maíz Jala es enorme y no sólo en tamaño, también lo es en valía biológica, agrícola y cultural para los nayaritas, como lo decretó hace unos días la Comisión de Educación y Cultura del Congreso de aquel estado.
El organismo aprobó por unanimidad la iniciativa de declaratoria de esta raza criolla como patrimonio del municipio de Jala y de todo Nayarit, con el fin de salvaguardar y promover su cultivo.
“La resolución representa un importante acto porque permitirá, seguramente, que en el futuro se garantice la supervivencia de esta raza a través del incremento del cultivo, ya que en los últimos 20 años disminuyó notablemente ante la presencia de maíces híbridos que dan otros tipos de rendimientos y con otros fines”, explica el profesor y campesino Miguel González, promotor de esta raza endémica, también llamada de húmedo que crece a consecuencia de ciertas características presentes en el valle del municipio de Jala.
Como añade el experto, es gracias a que los cultivos se encuentran al pie de la falda oriente del volcán Ceboruco, que en 1870 tuvo una erupción prolongada y arrojó muchísimas cenizas, se generaron tierras muy arenosas y permeables, ideales para este maíz.
“La riqueza en sabor y nutrientes de la raza Jala es enorme y, obviamente, se destaca el tamaño de su elote de 44 centímetros promedio, aunque en el pasado llegó a medir 60 centímetros, con mazorcas de hasta cinco metros”, dice.
Su versatilidad culinaria es otro atributo, pues en pueblos colindantes como Coapan o la meseta nayarita se comen cocidos o asados cuando están tiernos, mientras que en época de cosecha son perfectos para hacer tortillas y pozole gracias a sus granos grandes y muy harinosos. Incluso, con sus hojas secas o totomoxtle se elaboran artesanías como muñecos y joyería.
“Para mí el maíz Jala es producto de la interacción no sólo de la semilla, el campo y el productor, sino también de la relación ‘amorosa’ de los campesinos viejos que yo conocí del siglo pasado que decían que le tenían un gran aprecio a este maíz pues lo heredaron de sus padres y abuelos. Es un producto cultural.
“Yo espero que este nombramiento dé paso a la realización de política públicas necesarias para llevar a cabo diversas acciones de mejoramiento de suelo, de vuelta a las tecnologías no agresivas con el medio ambiente y otros elementos que pueda volver a darle, tal vez no el esplendor que tuvo en el siglo pasado, pero sí una importancia económica para quienes siguen o se interesen en cultivarlo; esto es lo valioso del nombramiento”, puntualiza Miguel.
Una de las actividades que incentiva el cultivo de esta raza es el Concurso del Elote Más Grande del Mundo y el de la Mazorca; el primero en agosto, y el segundo en diciembre, para los cuales cada año se preparan los productores.
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